Cuando quiero borrar a alguien de mi vida, empiezo por sus mails. Confieso que me cuesta mucho más eliminar palabras que tirar fotos a la basura. La imagen se puede recomponer mentalmente, pero reproducir frases con exactitud es tan difícil como reconstruir un jarrón roto en mil pedazos. A veces, en un arrebato, me deshago de uno o dos mails, no más. Entonces los mando…