De “Último verano en Escocia” (What we did in hour holiday) sólo me gustaron cuatro  cosas: Escocia y esa luz que regala unos atardeceres con colinas verdes de postal, de los que disparan ese resorte mental de “yo quiero estar ahí”, el abordaje de la familia como un laberinto negro de cuentas pendientes, envidias y frustraciones, pero también ternura: la belleza nívea de Rosemund Pike…