Me gustan las ciudades con río, los libros con final abierto y los hombres que acarician las rodillas.  En realidad con el paso del tiempo uno se vuelve selectivo y por debajo de un cuerpo busca una frase bien hilada, un gesto de inteligencia y cierta levedad, ese desenfado adorable de quienes rechazan la intensidad como postizo escudo protector contra la vida. Y acarician huesos,…