Hay un tipo al que no conozco pero que me resulta profundamente antipático. Se llama Richard Vaughan y enseña inglés con un método-tortura que juraría que provoca ataques de ansiedad cuando no epilépticos. Estoy segura de que se aprende mucho a su lado, pero yo no podría mantener una conversación estresante con un borde sádico que sonríe sin ganas mientras te corrije con frío deleite…