“En realidad, le decía el otro día a un amigo, yo sólo necesito una casa pequeña rodeada de árboles, una pequeña casa con ventanas grandes, una mesa para escribir las horas muertas, y una ciudad cerca con museos y cines que parezca que está lejos”. Vista así, mi humilde pretensión -nada original, por lo demás- parece poca cosa pero o pego ya un pelotazo que…