“Estaba tan triste que ni siquiera se daba cuenta de lo fea que era. Le eché los brazos al cuello y la besé. En la calle decían que era una mujer sin corazón, pero es que no había nadie que se ocupara de ella. Había resistido sin corazón durante sesenta y cinco años, y era preciso perdonarle ciertas cosas”. (La vida ante sí. Roman Gary)….