Mi querida Big-Bang: Que te regalen por tu cumpleaños una botella de ginebra da que pensar. Por muy de coleccionista que sea. “Es para que colecciones cogorzas”, parece decir. Una cosa es que yo misma airee mi historia de amor con el gin-tonic, y otra que mi familia lo asuma como una tara inevitable y, por tanto, cotidiana. Además, lo bueno de los vicios ocultos…