Las grandes decisiones de la vida a veces son pequeñas, aparentemente banales: “¿Cambio el parquet flotante o me voy a la Rivera Maya?” Lo que necesito o lo que me produce placer. Aunque sea un placer volátil. De eso versaba anoche una conversación de grandes amigas en mi cocina. Creo que las cocinas propician los mejores relatos. Quizás porque carecen de la solemnidad del salón….