Últimamente, si uno quiere parecer interesante, debe fingir que conoce muy bien a Bill Viola. El videoartista americano se ha apoderado de las conversaciones de muchos esnobs, aspirantes a intelectuales, o de intelectuales sin corsés que no cultivan el arte especialmente pero entienden que una imagen -más una videoimagen- es una erupción ardiente que suele dejar cenizas de lava enjundiosas con las que construir teorías…