Raphaël Jerusalmy Y entonces, después de tres noches de lectura voraz y apasionada, descubro que el libro que estaba leyendo no era el que creía leer. La portadilla era de Ricardo Piglia, al que he mencionado sin despeinarme al menos en dos ocasiones en este blog. Pero el interior, que desenmascaré ayer tras comprobar que el texto de la contra (del argentino) nada tenía que…