Las librerías ajenas me provocan insana curiosidad. Uno es lo que lee, y hasta lo que no lee pero aloja condescendiente en sus estanterías. Mi Taj Mahal, sin ir más lejos, tiene algunos títulos que me sonrojan pero no tiro hasta que llega un día en el que el bochorno supera a la pereza. Uno es también la compasión que destila hacia las letras ajenas….