Mi querida Big-Bang: La mujer, en los cincuenta, no para de hablar por el móvil, que sostiene con esas garras de uñas largas pintadas de nácar que sólo llevan las mujeres de cincuenta que siguen llevando los zapatos a juego con el bolso, el brushing de peluquería y los tacones de tres cuatro centímetros. La tengo al lado y me molesta, porque ha llegado con…