El señor Papandreu sacó una granada, introdujo el dedo índice en la anilla y miró a Europa.  En realidad, la tragedia griega nunca murió. El problema es que un día se quedó sin público. Pero si la cuna de la civilización decide autoinmolarse, ¿qué haremos sin el Partenón?¿A quién citar en los discursos engolados si Sófocles, Eurípides y Esquilo pasan a ser personas non gratas?…