¡Pobre Valerie Trierweiler, corriendo por el pasillo del Elíseo cargada de pastillas para fingir un suicidio y conseguir retener al hombre a su lado!. Imagino lo desesperada que debía estar la pelirroja para montar el lío mientras Hollande -ese hombre que debe guardar un atractivo irresistible bajo su aspecto de hastiado cobrador del Metro o jefe de expedición de scouts- se la pegaba con una…