Mi querida Big-Bang: A veces me pongo ciega a gominolas de fresa. Odio las gominolas, tengo que decir. Siempre he sido más de la tribu del regaliz rojo, así que cuando me cebo con los ositos azucarados debo pensar que necesito ayuda. Dirás que cómo no he aprendido a detectar mis síntomas de alerta: salir con unos zapatos ni altos ni bajos, de esa elevación…