En lo más dramático de “El Lobo de Wall Street“, anoche, la sala estalló en carcajadas. Leo di Caprio, con un colocón descomunal, trata de bajar una escalera arrastrándose como un gusano hacia su Ferrari mientras farfulla algo ininteligible después de haberse metido unas cuantas pastillas de droga galáctica al cuerpo. Pensé que tal vez era risa nerviosa, esa que se te escapa en el…