En tiempos de pérdida de intimidad uno debe poner a cubierto algunas cosas. Por ejemplo: el nombre con el que lo llaman en la oscuridad. Me parece bastante íntimo el menú de mi I-pod. No lo había pensado, pero suelo ocultarlo a la mirada de mis vecinos de autobús, como si pensara que, de ver que escucho a Leonard Cohen, pudieran deducir que soy melancólica…