Digamos que “La Grande Bellezza“, esa película con la que ayer recibí el año, es una enorme res colgada de un pincho por el matarife que se desangra gota a gota sobre el suelo de cemento desgastado y cuya visión te perturba y te hace encongerte en la butaca. De esa pieza degollada en la que se habla de demasiadas cosas me voy a quedar…