“Creo que me casé con P. porque me llamaba. Me llamaba aunque le dijera: no me llames. Si no te llaman, es que no te quieren”. Las charlas afterwork han convertido los bares afterwork en los mejores confesionarios  del mundo. Uno llega resudado, con la cara caída y cierta incapacidad de urdir mentiras. La extenuación es como la extrema unción. Cada uno confiesa sus pecados…