A veces la fragilidad se esconde en el escobero. Ese armario que era imprescindible antes y que en las ciudades no se nombra, como no se nombran la alcoba o el altillo. La vida de una mujer moderna, pongamos, que barre poco y detesta tender la ropa o vaciar el lavaplatos (siempre me dio pereza decir lavavajillas, me parece un upgrade innecesario) se sustenta en…