Hay algo místico en un museo vacío. Los cuadros te interpelan, los vigilantes bostezan porque sin público no hay misión. Y se oyen voces reptando por las paredes. Ayer el Museo Thyssen volvió a convocarnos a los blogueros afterhours. Las puertas estaban ya cerradas para el público y las salas parecían listas para una sesión de espiritismo. Hablaré de esta exposición, Impresionismo Americano, que remató…