Vaya por delante que nunca he sido fan de Tolkien. Cierto tipo de literatura fantástica me parece un sustituto de la imaginación, como la sacarina del azúcar. No me excitan los elfos, los trasgos, los enanos ni las criaturillas del submundo aunque digan “mi tesoooooooooooro”. Lo mío son los monstruos clásicos, Frankenstein, Drácula y el Hombre Lobo, en primera instancia. Los lagos con niebla frente…