-Dame un beso, tonta. -No, que tengo que pensar… Una jornada de reflexión es la antítesis de la lujuria. A mí cuando me ponen a pensar me salen pareados, paradojas, hipérboles y todo tipo de desvaríos ordenados de la A a la Z. Pienso, luego existo. Así que el resto del año me conformo con ser un espectro que huye por los pasillos del supermercado…