Mi querida Big-Bang: Huele a primavera, aunque aún no se deje ver. Se anuncia como esos perfumes que dejan una estela espesa en el ascensor. Y nos alborota. Me gusta perseguir las señales como los indios siux de las películas que ponían los domingos por la tarde. A esa hora mi padre se levantaba de la siesta, cortaba un limón, le clavaba en el centro…