Sostiene G. que es su cuarta noche durmiendo sin muleta y que hoy piensa premiarse porque dos meses de pastilla -en realidad media pastilla de inocentes hierbajos- son muchas noches de terror a despertar a las dos, a las tres, a las cuatro y tararear estropajosa  “cien elefantes se balanceaban sobre la tela de una araña…” y sentir que nada va a cambiar y que…