El crítico literario consideraba la novela “ingeniosa, pero no inteligente”. Hay dardos más envenenados, pero están en África y se lanzan con cerbatana. A mí el ingenioso me ha hecho siempre una gracia relativa. Diría que es ese tipo que suelta un titular brillante y se echa a dormir en un texto plúmbeo. Se parece al graciosillo, que en realidad carece de todo sentido del…