“Yo lo que quiero es comprar una granja de pollos en mi pueblo y cultivar un campo de marihuana del tamaño de Jamaica”. Este es uno de los planes escapistas que he escuchado últimamente a mi alrededor. Puede que el más excéntrico, sí. Me rodeo de gente entre los treinta y los cincuenta hermanados en la fantasía de la fuga. Desalentados porque aquí no encuentran…