Mi querida Big-Bang: La cruzada antiedad se libra en el comedor de una buena amiga. Doce a la mesa, hombres y mujeres, desconocidos entre ellos. Y esa promesa de alegría que dan el vino y la paella de marisco. A partir de los cuarenta, a las mujeres no nos gusta tanto que nos regalen flores o nos lleven a pasar la tarde con Loboutin como…