Confesión previa: quiero que me rescaten y, si esto fuera poco, que me intervengan. Ahora que estos verbos se han escorado en el territorio estricto de la economía dramática, reivindico su acepción original en nombre de las generaciones que crecimos con los cuentos del príncipe. La burocracia europea se ha cargado el romanticismo lánguido de esas señoritas que esperaban ser liberadas tras soltar su larga…