El padre de P. hacía ayunar al pez familiar los viernes de cuaresma. “Si yo no como, tú tampoco”, debía pensar. Y así, con rugidos estómago, la familia vivía la Semana Santa como dios manda. Unidos en la frugalidad y el deseo. La religión, en tiempos de agnosticismo, suele dar lugar a fricciones, también con amigos y allegados. Y a las pruebas me remito: –¿Qué…