Una vez en casa ajena la empleada de hogar me sorprendió como tantas madrugadas en la cocina, preparándome un café a mi hora habitual. -Madruga mucho. Las señoras siempre quieren dormir más. -Será que yo no soy una señora. Había olvidado este diálogo mínimo que sin embargo me desconcertó en su momento, pero el otro día en un café restaurante rancio y lleno de mujeres…