“Mozart había encontrado ya su camino; se había liberado de la convención de la ópera seria italiana y alejado de la inevitable alegría napolitana de la ópera bufa. La serenidad y el gozo serán siempre fundamentos de su mundo operístico, pero una veta melancólica crece progresivamente y lo empuja imperiosamente hacia pensamientos elevados de muerte; nace con ello la divina “risa entre lágrimas”, la ambigua…