El otro  día me vi involuntariamente en medio de una charla social sobre circuncisión sí, circuncisión, no.  El grupo, compuesto por tardocuarentones de ambos sexos con sombrero de paja y ese aire de diletancia dominguera pasada por sol y sangría, parecía ignorar mi presencia, sepultada en mi propio sombrero y con la vista clavada en el periódico. Entendí que era transparente para aquellos desconocidos, y…