Me sentaron en una mesa llamada “El Bestiario”. Lo ponía bien claro en una tarjetita negra y cuadrada que perdí de inmediato. Entendí en todo momento “El Infierno” y me pasé la fiesta  buscando a Mefistófeles, sin éxito. Para mí, el Bestiario siempre es el de Josep Ramoneda, el hombre con el que me acuesto muchas noches. Tan solemne, tan catalán, tan dado a las…