Jamás conseguí memorizar la matrícula de mis coches. No me sé el número de móvil de mi hija, ni tampoco el de mis padres. Hace tiempo que decidí burlar el ayuno con café cuando tengo que hacerme análisis de sangre y no soporto que mi ginecóloga me regañe por desmemoriada después de haberme sometido a la humillación de ese potro con estribos fríos a donde…