El mejor regalo para mí son las palabras. Mejor que un solitario de diamantes. Mejor que un viaje a Marte sin escalas. Mejor que un paraíso con Adán exento de manzanas. Lo he entendido esta noche, cuando desperté agitada por un sueño que se evaporó fugaz, y había un prólogo para mi libro en mi bandeja de entrada. “Tienes un email” Y abrí, voraz, destartalada,…