La camarera del restaurante donde vamos a menudo es arisca como ella sola, pero la aceptamos así después de muchos almuerzos con malas caras y platos lanzados con violencia sobre el mantel. Cuando uno logra tener un bar de referencia, un Cheers sin barman macizo, le admite ciertos defectillos, igual que a la pareja que se ama. En este caso, no es que la confianza…