Pocos espectáculos son tan sexys como el del  hombre mientras se afeita a navaja. Ese ritual concentrado a mitad de camino entre la caricia y el degüello. El filo abriéndose paso, trabajoso, entre un océano de espuma densa y aromática. La posibilidad de un corte, una flor roja bermellón. Ayer lo pensaba en una barbería modernícola en la plaza del 2 de mayo llamada Malayerba,…