Lo que más me conmueve de las urgencias de hospital -además de ser un laboratorio del azar más perverso que es la enfermedad, el accidente- es que la gente pierde las palabras. La capacidad de expresarse justo cuando más la necesita. El yo. Se pierde el Yo. Ayer. Mujer de unos 75, sola, con unos papeles en la mano y su tarjeta sanitaria cogida como…