Mi querida Big-Bang:

Si me quedaba un gramo de mi legendaria sofisticación urbanita, acabo de perderlo. “Tanto verde y tanta vaca no pueden ser buenos”, me advierte Mr.Rubidio desde la distancia, porculero como es él, con su chunguez elevada al paroxismo porque se ha quedado en la capital, a 42 grados, y no puede soportarlo. Sí, Rubidio es de esos hombres tiñosos que nunca le encuentran a una suficientemente lista, altiva o neurótica. Él siempre quiere más. Así que le he hecho un corte de mangas estilo duquesa de Alba justo antes de plantarme una sudadera estilo español clase media que va al Carrefour con la parienta. ¿Cómo se te queda el cuerpo?

Son los efectos del prado. Un síndrome que estalla justo cuando me echo en brazos del Pirata y su Sra, adorables, y en un pispás nos ponemos al día de todo un año. “Tira los putos macarrones por el váter y ven aquí ahora mismo” es el santo y seña de la pandilla. Vuelvo a obedecer a un hombre barbudo, y espero que mi querida A-1, feminista militante, no me regañe por ello. Al fin y al cabo, las vacaciones también son para relajar los principios, las ideas inamovibles y los tirantes del sujetador.

Respecto a la dieta, guárdame el secreto o seré expulsada sin contemplaciones de mi selecto círculo de la ensalada con nueces. Sí, los tortos de anoche han hecho estragos. Tanta felicidad concentrada en una masa de maíz frito con huevo y matanza produce fantasías oníricas de alto recorrido. No temas, que la sidra desengrasa desatasca las arterias, y he dormido de un tirón, acunada por los cascabeles del ganado. ¡¡¡Socorrooooo, me estoy volviendo rural y esto no tiene regreso!!!

De acuerdo, prometo chutarme algún antídoto para conservar genio y figura. Pongamos, por ejemplo, que echo un vistazo al Vogue justo antes de arrancarme en el karaoke con un “No te quieres enteraaaaaaarrr, yeh, yeh”. Prometo no terminar el día sin un buen gin-tonic bajo las estrellas. Prometo seguir dándome la mascarilla de semen de ballena. Prometo buscar neurosis bajo las piedras de la playa de Lord Byron. Y prometo que nunca, nunca, volveré a pasar hambre de grasas polisaturadas, amigos con Omega-3 y carcajadas con alto contenido en hierro y vitamina B-12.