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Primera impresión |
su crónica en medio de un bombardeo. Una bloguera en tiempos de paz
debe adaptarse a los sonidos burbujeantes de un gineceo y empastarlos
con la bruma arenosa, las palmeras despeluchadas y las teorías de la
enana sobre el cruasán con mantequilla y Torres de Malory,
el libro que está leyendo. Un libro que yo leía de pequeña y que
ha resistido el salto/abismo generacional a base de rediseño y buen
trazo de personajes. Su hermana se ha traído uno de Ruiz Zafón,
ese señor de éxito que confieso no he leído nunca, y yo atacaré
“La Tregua” de Mario Benedetti en un primer asalto.
costumbrista, pero llegamos anoche con el tiempo justo de cenar y
dormir, las tres en el mismo cuarto. Una experiencia gozosa que se
repite en vacaciones en este rincón del Sur donde dormimos como
marmotas (despertarse a las 8 a.m es un desatino) y lo primero que he
visto al abrir los ojos ha sido a mis hijas durmiendo y una mancha
azul de fondo con el sol de amanecer convirtiendo la superficie en
virutas de acero. Después, los diálogos cotidianos que te sitúan
en el epicentro de la familia.
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Lo leía yo y ahora mi hija |
intercambio de opiniones de dos premios Nóbel. Pero el primer
mandamiento de las vacaciones es rebajar la exigencia general. De
horarios, de costumbres, atuendo y hasta pensamientos. Somos presente
puro y libertad incondicional. Habrá pescado frito, procesiones,
carreras por la orilla de la playa y largas siestas.
trepidante. Arrancamos.